viernes, 14 de septiembre de 2007

Aquel reloj con araña

Un reloj como este, marcaba el fin de mis vacaciones de verano, en aquellas soleadas pero frías mañanas de Septiembre, esperando el tren camino del internado. Que minutos tan cortos, la aguja que los marcaba, rebotaba y parecía que iba a saltarse un par de minutos cada vez que se movía, cuando llegaba al seis, todo cambiaba, el jefe de estación salia al andén, el tren llegaba, mis padres se aceleraban con la maleta, besos y abrazos. Para mi, comenzaba un largo viaje de aventura y desventura. ¡Doce horas! Esa era la medida que separaba mi casa, de mi colegio, dos mundos completamente diferentes. Recuerdo que al regresar, lo primero que veía, era ese reloj y me parecía que estaba parado, le miraba de reojo entre la alegría de los que me esperaban, y no recuerdo ver moverse el minutero jamás. Y, si, la araña que lo habitaba continuaba allí.
...
Pedacitos del pasado conservo
en un cofre de polvo cubierto,
restos de batallas ganadas,
trozos de jirones perdidos.
...
Recuerdos en óxido y ocre,
reliquias de momentos vividos,
huellas marcadas en cobre,
fantasmas atrapados y heridos.
...
Aromas desprende su esencia,
de lo que fueron en otro tiempo,
protagonistas de las vivencias
que atrás quedaron en el recuerdo...

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