La miel tiene muchas propiedades terapéuticas. Se puede usar externamente debido a sus propiedades antimicrobianas y  antisépticas. Así, la miel ayuda a cicatrizar y a prevenir infecciones en  heridas o quemaduras superficiales. También es utilizada en cosmética debido a sus cualidades  astringentes y suavizantes. Debido a su contenido de azúcares simples, de asimilación rápida, la miel es  altamente calórica, por lo que es útil como fuente de  energía. 
La miel no se echa a perder, es altamente perdurable, no caduca. Ah, es aconsejable no dar miel a los niños menores  de 12 meses, pues el sistema digestivo de los niños pequeños no se halla lo suficientemente  desarrollado para destruir las esporas del botulismo, que son de las pocas bacterias que sobreviven en la miel. Dichas esporas son inofensivas para los adultos, debido a la acidez  estomacal.
Un día de estos os cuento más cosas de la miel, ya que crecí en familia con apicultores y como dice le refrán: "El que entre la miel anda algo se le pega", a mi no mucho, pero si aprendí a apreciarla.
 
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